Tradicionalmente se valoraba una empresa o proyecto por los activos tangibles que posee. Nos enfocamos en sus instalaciones, sus edificios, equipos y un sinfín de elementos visibles y palpables a nuestros sentidos.
Pasando el tiempo, a estos activos, se fueron añadiendo diversos renglones como: sus empleados, dada la importancia vital de conocimientos y experiencia que aportan para la buena operación de la empresa. Sus clientes, por la garantía de las ventas y el crecimiento de la corporación. Los accionistas, dado el peso que su trayectoria impacta en la adición de nuevos socios y capital fresco del sistema financiero.

Hace apenas unos años las corporaciones en todo el mundo iniciaron la valuación de sus marcas, patentes, procesos y prestigio de los productos y servicios como un importantísimo activo de las empresas. Esto ha llevado a que el valor de estos activos ‘intangibles’ represente el de mayor valor en el balance financiero de muchas las empresas.
El registrar marcas y patentes, innovar procesos, enriquecer o explotar licencias de estos activos es un nuevo camino de crecimiento, capitalización y apertura de nuevos negocios para aquellos emprendedores que se incorporen a esta nueva manera de crear riqueza.

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