Ventana de Negocios

Cuando se mira en retrospectiva el camino seguido por empresas altamente exitosas, una constante es que han sido innovadoras en diferentes formas. La innovación no necesariamente consiste en introducir productos disruptivos, sino que, muchas veces, la oferta de vanguardia proviene de un modelo de negocio que aporta soluciones diferenciadas. Casos propios de la economía digital, como Uber o Airb&b, ilustran bien este último concepto. La creatividad puede orientarse a servicios novedosos, formas de distribución innovadoras o soluciones que ningún otro competidor ha introducido en un mercado determinado, es decir, no necesariamente la novedad debe ser absoluta, sino que, para muchos rivales la novedad consiste en trasladar, a un cierto segmento, una solución que ya existía en otros territorios.

También la mercadotecnia ofrece un amplio espectro para la innovación, y para muchas empresas esta actividad representa una de sus herramientas más poderosas. Los productos o los servicios pueden ser los mismos que los de la competencia, pero la forma de promocionarlos y presentarlos puede ser el área de oportunidad para campañas y propuestas únicas, las cuales alinean el resto de las decisiones estratégicas de la organización.

Como parte del sistema de innovación de la empresa, es indispensable contar con procesos bien definidos para incentivar proyectos innovadores, reportar los hallazgos, valorarlos y en su caso dar seguimiento para lograr su protección legal. Partiendo del hecho de que la mayor parte de las invenciones de empresas japonesas proviene de los empleados que participan en la línea de producción, resulta imperativo implementar mecanismos de recompensa a los grupos de trabajo que logran innovaciones aprovechables para la corporación. Para ese fin deben incluirse, en el reglamento interior de la corporación, las políticas explícitas que se diseñen para premiar económicamente a quienes aporten nuevas soluciones, definiendo las formas y montos de regalías que podrán trasladarse a los protagonistas. Además, esto permite dar cumplimiento a la obligación legal que existe para estos supuestos.

Gift and paper with business text
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En los casos de universidades y centros de investigación, la implantación de regulaciones robustas para definir los mecanismos y montos de compensación a sus investigadores resulta esencial como parte de la estructura básica de operación. De hecho, cuando comparamos la regulación que este tipo de centros de investigación suelen aplicar en países industrializados, frente a casos como el de México, se marcan grandes diferencias. De hecho, muchas veces, en las universidades de nuestro país no se han implementado sistemas de recompensa, marginando y desestimulando esta labor, que es el principio de la cadena de generación de innovación. Esta es la razón de que, en múltiples universidades en Estados Unidos o Europa, uno de los principales rubros generadores de ingresos sean las regalías cobradas por el uso y explotación de tecnologías patentadas, o el pago por desarrollar investigación para terceros.

Un aspecto que resulta esencial cuidar, particularmente en universidades y centros de investigación, es el de privilegiar la presentación de solicitudes de patente antes de la publicación. Para muchos investigadores, particularmente los de centros pagados por el gobierno, una forma de recompensa habitual es la publicación de estudios, que suele otorgar puntos en el escalafón de los investigadores. Sin embargo, hacerlo antes de patentar pone en grave riesgo la novedad, echando por tierra buenas oportunidades de explotación comercial de la invención. 

Existe una amplia variedad de sistemas de recompensa para empelados y no podría decirse que unos sean mejores que otros, simplemente, es cuestión de adaptar los puntos que mejor se ajusten de uno u otro a las actividades de cada empresa o centro de investigación y, a través de su puesta en práctica, mejorarlo hasta alcanzar un nivel óptimo de desempeño. Algunos de los aspectos a considerar, son los siguientes:

  1. El objetivo de un sistema de recompensa de este tipo, debe ser el de estimular la creación de innovación. Parece una afirmación obvia, pero muchas veces se piensa que simplemente premiando a los investigadores o creativos, se alcanza ese beneficio; no es así, ese elemento solo es parte de un sistema más completo que no debe perder de vista este objetivo;
  1. El sistema de recompensas debe ser exactamente eso, un sistema. Muchas veces las empresas, por ejemplo, reaccionan de manera espontánea a la presencia de una creación extraordinaria de alguno de sus colaboradores, premiándolo económicamente, o con alguna nueva posición dentro de la organización. Ese no es el mecanismo correcto. Debe implantarse un sistema claro, con procedimientos, criterios objetivos y compensaciones predeterminadas;
  1. No deben privilegiarse solo las invenciones económicamente rentables, ya que se suprime la iniciativa para explorar caminos diversos que conduzcan al progreso. Una forma de premiar la innovación, consiste en establecer diferentes compensaciones en momentos distintos de la etapa de gestación del nuevo conocimiento. Un primer momento puede corresponder al solo planteamiento de la idea “realizable”; otro, al momento de la presentación de la solicitud de patente; y otro, finalmente, al de la explotación de la invención en el mercado.

Si solo se premia el último, se desincentiva la cadena completa que es necesario seguir para llegar a productos o servicios exitosos. De hecho, en las empresas digitales, los denominados “fracasos” son tan valorados como las ideas ganadoras;

  1. Es mejor recompensar a grupos que hacerlo en forma individual, ya que hacerlo así estimula el trabajo y la colaboración en equipo. En diversas empresas se crean grupos de empleados que documentan, evalúan y reportan los avances y proyectos desarrollados para mejorar productos o procesos de la compañía, convirtiendo estas tareas en una misión continua de superación y perfeccionamiento que implica innovación constante;
  • Es deseable identificar innovación en áreas no necesariamente destinadas a estos fines. En el caso de las empresas, resulta sorprendente que cuando se realizan convocatorias, por ejemplo, para proponer mejoras en productos, las mejores propuestas provengan de empleados ajenos a las tareas de investigación y desarrollo, que algunas veces padecen ya de “ceguera de taller”. En el caso de universidades, por ejemplo, grandes aportaciones suelen provenir de alumnos en tesis de maestría o doctorado, y no de sus áreas de investigación.

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